Para este perro, oficialmente reconocido como de origen francés, puede decirse perfectamente que no es otra cosa que una variante del Boloñés italiano, debido a que sus características tanto morfológicas como psicofísicas son muy similares. Su presencia en tierra francesa se remonta a los primeros años del Renacimiento y, desde entonces, ha pasado por momentos de gran esplendor seguidos por crisis profundas. Hoy los lugares donde está más difundido son Inglaterra y los otros países anglosajones.